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La Comunicación no verbal en el Debate Electoral a Cuatro

Aprende a hablar en público y a comunicar con eficacia con Paco Grau

Paco Grau-Cursos de Hablar en Público

Paco Grau-Cursos de Hablar en Público

Publicado el martes, 14 de junio de 2016 a las 13:17

El debate electoral que se celebró la noche de lunes 13 de junio no ofreció grandes novedades en cuanto a lo que era previsible que dijeran unos y otros, pero tuvo matices interesantes en cuanto a la comunicación no verbal, que es parte importante de lo que enseño en mis cursos de “Hablar en público y comunicar con eficacia” y que son el motivo de este artículo.

En la comunicación verbal, en la que no voy a entrar, Pablo Iglesias (Unidos Podemos) insistió en llamar a Pedro Sánchez (PSOE) para formar una coalición de izquierdas; Albert Rivera (Ciudadanos) trató de desmarcarse de Mariano Rajoy para que no le llamen “satélite del PP” y atacó a Iglesias mostrándole sus contradicciones; Pedro Sánchez (PSOE) repitió que él había intentado formar gobierno y que Podemos y el PP lo habían impedido; y Mariano Rajoy (PP) recibió andanadas de todos, pero esgrimió una y otra vez la contundencia de los datos y los hechos, reconociendo que todavía hay mucho que mejorar pero que su gobierno ha hecho muchas cosas positivas, a la vez que trató de levantar la autoestima de los españoles resaltando las muchas cosas buenas que tiene España, que deberían ser motivo de orgullo para todos.

En cuanto a la comunicación no verbal, que es la que más me interesa aquí, lo primero que me llamó la atención fue el retraso de Pedro Sánchez en acudir al plató, donde le esperaban el resto de candidatos y todos los reporteros gráficos para hacer la foto oficial de los cuatro candidatos. Debido a esta falta de puntualidad, el comienzo del debate se retrasó varios minutos respecto del guión previsto.  Fue un detalle de falta de cortesía por parte del señor Sánchez y, si me apuran, de falta de profesionalidad. Un principio sagrado para un orador es la puntualidad.

 LA FOTO Y LA INDUMENTARIA

En la foto de grupo, me llamó la atención que Mariano Rajoy posara con las manos detrás. ¡Fallo garrafal! Parece mentira que tenga asesores, o parece mentira que no haga caso a sus asesores, que seguro que se lo han dicho. Un principio básico de la comunicación no verbal (corporal) es que las manos deben mostrarse siempre; por tanto, no hay que ocultarlas. La posición natural de las manos al posar para una foto es con los codos doblados, tocándose ambas manos delante del tronco, o dejadas caer a los lados del cuerpo con naturalidad, que es como posaron los otros tres candidatos.

En cuanto a la indumentaria, Rajoy y Sánchez vestían de traje y corbata, más convencionales y, a la vez, institucionales, Rivera con chaqueta pero sin corbata, dándole un toque más informal, y Pablo Iglesias, como es habitual en él en estos casos, en mangas remangadas de camisa blanca; es su forma de demostrar su “rebeldía” frente a lo convencional. Por algo dijo en un discurso frente a sus militantes que él va a las instituciones “a montarla”; o sea, a provocar.

EL ATRIL

Los atriles que les prepararon tenían un diseño moderno, de formas curvas; pero estaban cubiertos por la parte inferior, con la palabra DEBATE, lo que no permitía ver del todo a los candidatos, salvo cuando las cámaras les enfocaban por un lateral. En ese sentido, ellos tenían la ventaja de poder tener los papeles y notas delante; pero la desventaja de que no se les veía de cuerpo entero. Por eso, me pareció mejor la disposición del anterior debate, el llamado “definitivo”, de las anteriores elecciones, en el que los candidatos estaban de pie, sin atril, pudiendo mostrar todo su cuerpo que, sin duda, es la posición que más y mejor comunica, aunque es la más arriesgada para el orador.

Al tener el atril, Sánchez se agarraba con frecuencia a él, con los brazos estirados, lo que da una imagen rígida y poco comunicativa. Eso sí, al hablar los cuatro manejaban bien sus manos, con gestos bastante naturales, No obstante, me llamó la atención la costumbre de Iglesias de tener un bolígrafo en la mano. ¿No hay nadie que le diga que lo deje y que muestra sus manos libres para poder reforzar con sus gestos las palabras que dice, sin tener ese pequeño objeto como si fuera un apoyo psicológico que le transmita seguridad? Con su experiencia debería dejar de una vez la manía del boli. En el caso de Rajoy no parece una manía, pero en algún momento también exhibió un bolígrafo en su mano izquierda. ¡Suéltenlo, caramba, y muestren sus manos libres para apoyar sus ideas con gestos naturales!

LOS GESTOS

La gesticulación de los cuatro fue correcta, sin nada especial que señalar, salvo lo dicho de los bolígrafos. Rivera gesticula muy bien, con naturalidad, manejando bien sus manos. Sánchez hace gestos que parecen bastante aprendidos, separando mucho los codos del cuerpo, lo que no acaba de transmitir total naturalidad, aunque fue menos exagerado que en el anterior debate de diciembre. Rajoy no gesticula en exceso, pero reafirma muy bien sus frases con el típico movimiento de su mano derecha arriba y abajo con cierta energía, lo que transmite firmeza y seguridad. Y por último, Iglesias también es bastante natural en sus movimientos de manos, quitando lo del bolígrafo, que ya he comentado.

En cuanto a su gesticulación facial, Iglesias sigue esforzándose por levantar las cejas y poner “cara de pena” cuando habla, tal vez pensando que así resulta más suave y admisible, quizá para evitar fruncir demasiado el entrecejo, que es lo que suele hacer, mostrando una imagen de cabreo y de agresividad permanente. Utilizaba mucho la técnica de mover la cabeza en gesto de negación cuando alguien decía algo en lo que no estaba de acuerdo. Y el realizador, claro, nos mostraba su imagen negando. Es una técnica eficaz cuando queremos decir “No” sin interrumpir con la voz al oponente.

Ya dije la otra vez que Iglesias mejora mucho cuando sonríe, aunque ayer sonrió menos que en diciembre y llegó a ponerse muy tenso y nervioso cuando en algún momento Rivera le atacó, aunque nadie le dijo lo que él decía a sus oponentes en el anterior debate: “No te pongas nervioso, Pablo”; porque, la verdad es que se puso muy tenso en un par de ocasiones.

Rivera no mostraba nada especial en su cara; parecía más tranquilo que en diciembre. Rajoy no es un dechado de expresividad, pero mostraba con suavidad y con ironía caras de sorpresa cuando oía decir determinadas coas con las que no estaba de acuerdo. Y, por supuesto, sigue haciendo con sus ojos el tic nervioso que le caracteriza. No es grave, pero no es positivo. No sé si podría procurar corregirlo con la ayuda de un médico. Tal vez lo haya intentado. No sonríe demasiado, pero muestra una ligera sonrisa sardónica que transmite ironía y confianza en él mismo.

En cuanto a Sánchez , a pesar de tener una excelente imagen física, continúa sin transmitir relajación, seguridad y, sobre todo, naturalidad en sus gestos faciales al hablar. Se le notan los músculos faciales tensos y, en conjunto, no muestra relajación, naturalidad y, por tanto, no acaba de transmitir sinceridad en su forma de sonreír, lo que nos transmite la duda de si realmente cree en lo que dice.

LA MIRADA

Por lo que respecta a la mirada, parece ser que ellos mismos se quejaron de estar con sus atriles demasiado orientados hacia los moderadores. Pero la verdad es que eran muy libres de mirar a donde quisieran. Y, en este asunto, el orador debe saber hacia dónde dirigir su mirada. Desde luego, debe dirigirla hacia la persona a la que alude, porque es lo natural y lo que transmite más fuerza a las palabras que pronuncia y las ideas que transmite. Por ejemplo, Rajoy miró directamente a Sánchez cuando le dijo: “Sería usted un pésimo presidente” y siguió mirándole cuando le ofrecía determinados datos. Fueron unas de las pocas veces que lo hizo.

Sánchez sí miraba a Rajoy cuando le decía determinadas cosas, pero no miró ni una sola vez a Iglesias ni, por supuesto, a Rivera, con quien no tuvo ningún cruce dialéctico ni un reproche. Lo mismo cabe decir de Rivera, que no hizo el más mínimo ataque a Sánchez, con quien firmó su pacto de gobierno hace unos meses. En cambio, Rivera sí se esforzaba por mirar a Iglesias, junto a él, cuando le decía que no viniera aquí a dar lecciones, y a Rajoy cuando le pedía que reflexionara sobre su idoneidad como candidato del PP. Pero, por regla general, dirigían sus palabras a los moderadores y, por tanto, a los telespectadores, a quienes, por supuesto, nos dirigían la mirada a través de las cámaras cuando pronunciaron su mensaje final en el llamado “minuto de oro”. Al menos esta vez Rajoy lo sabía de memoria, como todos, y miró fijamente a la cámara, sin leer su mensaje, como hizo en el debate con Rubalcaba en noviembre de 2011.

EL TIEMPO

Otro aspecto que me pareció interesante, aunque negativo, fue la capacidad para gestionar el tiempo durante que el orador habla. En el primer bloque, sobre todo, recibieron el reproche de los moderadores porque no gestionaron bien el tiempo. Además, varias veces emplearon el viejo truco del: “Usted pregunte lo que quiera que yo responderé lo que me dé la gana”, lo que no deja de ser una muestra de descortesía con el profesional que les pregunta.

Donde sí que fueron exquisitos, claro, fue en su mensaje final. Les asignaron un minuto a cada uno y los cuatro lo clavaron, incluso sobrando algunos segundos, como hizo Rajoy. ¿No podrían aprender de ellos los premiados en la Gala de los Goya? ¡Por favor, hacedlo! No es tan complicado. Tan sólo hay que practicarlo y se consigue.

 

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