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Ruinas olvidadas en Burgos renacen como un imán para más de 50.000 turistas anuales

Ejemplo de colaboración entre los habitantes de una localidad

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Rio seco Burgos

El monasterio de Rioseco, en la actualidad, a vista de dron Fundación Rioseco

Enclavado en el hermoso paisaje de Las Merindades, en la provincia de Burgos, emerge el monasterio en ruinas de Santa María de Rioseco, una joya arquitectónica que remonta sus orígenes al siglo XIII. A lo largo de quince años, este antiguo edificio cisterciense ha vivido una metamorfosis impresionante, pasando de la amenaza de desaparición a erigirse como un símbolo resplandeciente de esperanza y renacimiento para la comunidad local. 

En el corazón de esta transformación reside la historia de Marta Díaz, una estudiante de Medicina cuyo interés inicial por la Historia era mínimo. Sin embargo, hace siete años, la invitación del párroco del valle de Manzanedo, en Burgos, para contribuir a la restauración del monasterio marcó un punto de inflexión. Lo que al principio parecía una empresa poco emocionante se convirtió en una pasión enredante. Descubrió un lugar que la cautivó y desde entonces ha estado dedicada a su preservación. El antiguo monasterio se ha convertido en una parte esencial de su vida, al igual que para otros residentes, voluntarios y visitantes que han ayudado a revitalizar este espléndido monumento.

En la actualidad, Marta se destaca como una guía apasionada que comparte con orgullo la historia del monasterio con visitantes ansiosos de conocimiento.

Los artífices de esta renaciente maravilla son el párroco Juan Miguel Gutiérrez y la profesora Esther López, cuya visión y compromiso lograron involucrar tanto a estudiantes como a la comunidad local en un movimiento de recuperación que tomó vida propia. Enfrentaron con audacia los estragos que la historia había infligido al monasterio, desde sus días iniciales en el siglo XIII hasta la época de la desamortización y los actos de saqueo que dejaron su huella en los siglos subsiguientes.

Muchos habitantes de las Merindades desconocían la existencia del monasterio y nunca imaginaron que pudiera resurgir. Sin embargo, los milagros suceden, y Rioseco se ha convertido en un punto de referencia en la zona.

Un elemento crucial en esta historia es el voluntariado. Cuando el párroco inició el proyecto, más de quinientos jóvenes de la región se unieron para limpiar las ruinas, que habían sido objeto de saqueo y abandono. Aunque la restauración no era su objetivo inicial, la semilla estaba plantada. En 2020, el instituto de secundaria de Villarcayo impulsó un proyecto educativo llamado "Salvemos Rioseco" para concienciar a los estudiantes sobre la importancia de preservar el patrimonio. Esta iniciativa tuvo un gran éxito y llevó a la formación de un colectivo de profesores, alumnos y padres decididos a salvar Rioseco.

El esfuerzo voluntario se ha convertido en el alma del proyecto. Los voluntarios, que se organizan en grupos de WhatsApp, se turnan para guiar a los visitantes y compartir la historia de Rioseco. La colaboración y la pasión son evidentes, y los visitantes elogian la labor de estos voluntarios.

Aunque el proyecto de Rioseco es un ejemplo inspirador, no necesariamente puede replicarse de manera idéntica en otras ruinas en todo el país. Cada lugar tiene sus particularidades y desafíos únicos. El caso de Rioseco destaca la despoblación en las zonas rurales de España y cómo la restauración del patrimonio puede ser una oportunidad para revitalizar estas áreas.

Hoy en día, las ruinas del monasterio atraen a más de 50,000 visitantes anualmente, una cifra que atestigua su brillante resurgimiento. El prestigio del proyecto ha sido validado con el premio de recuperación otorgado por Hispania Nostra, un reconocimiento merecido por su contribución ejemplar a la preservación del patrimonio cultural.

La historia de Rioseco es un testimonio de cómo la colaboración, el voluntariado y la pasión pueden revitalizar un patrimonio cultural en ruinas y convertirlo en un símbolo de esperanza y renacimiento para una comunidad. A pesar de los desafíos, Rioseco ha demostrado que los sueños se hacen realidad cuando la comunidad se une en la preservación de su historia y cultura.

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